20170803

(f)



Le llamaban interferencia, tenia un gusto por la manera en que las ondas habitaban el universo. El tiempo le era intrascendente porque su origen se confundía con la eternidad, es por ello que en todos los mundos que visitaba -simultáneamente- tenía un juego favorito (aunque existían una cantidad infinita), consistía en alterar el telar del universo con ciertas frecuencias, como una vibración en una telaraña o una onda en un lago perfectamente quieto, transgiversaba fragmentos de muchos universos en un instante y estás pequeñas anomalías eran fáciles de pasar inadvertidas.
Interferencia es una criatura que gusta de las travesuras, y si bien con sus habilidades a veces cambiaba el orden del espacio/tiempo esto realmente no le importaba, su gran gozo bien podía ser estético y su incapacidad para ser materializada le permitía una libertad soberbia.
Dado que podía existir en todos los planos al mismo tiempo, le gustaba viajar y regresaba frecuentemente a sus lugares favoritos, es valido decir que ese libre albedrío es una forma de conciencia. En algún punto de su existir se encontró con dinosaurios y le gustaba interferir los sonidos que estas criaturas generaban, admiraba sobre todo la manera en que rebotaban con los edificios y algunas otras estructuras monolíticas, si bien muchas veces sólo eran atmósferas sonoras… por momentos estas ondas se volvían sinfonías acústicas que quizá algún incauto con un receptor adecuado podía señalar desde su conciencia temporal y quedar influenciado, aunque en general casi siempre se adoptaba la idea de que sólo era un ruido o algo propenso del ambiente, en lugares pantanosos dejaba mensajes que se confundían con bichos o algún tipo de naturaleza que se pensaba extinta.
La singularidad de este ser pasa generalmente inadvertido, sin embargo, para quien quedaba atrapado en su lúdica atmósfera jamás podía contemplar la realidad igual, aunque quizá contemplar es un atrevimiento porque es conocido que no sólo transformaba esencias, también eventualmente generaba ideas… por lo tanto, estar aprisionado en ese trance implicaba entender no sólo el tiempo presente, sino comprender que ese aparente ruido era estar vinculado con la eternidad, ni el vacío o la luz era inmunes.
Se le daba el nombre de interferencia, como se nombra un numero irracional… o como se intenta nombra a lo desconocido. Quizá en algún tiempo fue una religión, aunque eso nunca realmente le importo… al ser adimencional sólo se comprometía la interferencia a encontrarse siempre en donde menos se espera, pero siempre se podía encontrar para quienes buscaban una inspiración, o tal vez… una señal cuando todo parece perdido.

No hay comentarios.: